Se tumbo en la cama, aquella noche no tenía en la cabeza que no fuese llorar, no sabia porque pero su cuerpo dijo basta, ya estaba cansado de luchar, y su mente sin más explotó, acabo muriendo, estaba muerto encima de la cama, era un muerto que respiraba.

Su cabeza era una mezcla entre el todo y la nada, no paraba de pensar en tonterías, tonterías que le gustase o no le arrancaban el corazón, pero que más daba, hacía ya mucho que su corazón no latía igual, hacía ya mucho tiempo que su corazón se había apagado.
Seguía hay tumbado mirando el techo, intentando darle una explicación a toda su vida. Nunca llegó a entender porque siempre se había preocupado tanto por las personas, porque sus sentimientos nunca importaron y los de los demás los tenia entre algodones. No entendía porque hacia todas esas cosas por la gente incluso por las personas que no conocía, las apoyaba y las daba consejo y cuando alguien rara vez se preocupaba por el, ya podría estar de mierda hasta el cuello que la respuesta siempre iba a ser la misma
-Bien como siempre.
Le jodía mentir pero era la única manera de ocultar sus sentimientos. Nunca supo que es lo que le llevó a tragarse  broncas y broncas por intentar estar unos minutos mas con aquella persona que de verdad le hacía feliz, esperas interminables, tardes cansadas de compras, retrasos y algún que otro gasto económico todo le daba igual si la persona que tenía al lado estaba sonriendo.


Vivía por y para los demás, veía como el nunca importaba y nunca importará. Puede que eso fue lo que le llevó a la ruina, puede que una vez más se diese cuenta de que estaba solo, que por muy samaritano que fuese tenía que entender que un buen samaritano nunca recibirá sino que por suerte o por desgracia está destinado siempre a dar...